jueves, 19 de enero de 2012

Railes de Reflexión - Volumen nº 7

Buenos días a todos,

Hablemos del puteo laboral.

Con los tiempos que corren y en la economía en la que nos encontramos, muchos sencillamente afirmarian que solo por tener trabajo, aguantarían lo que les echasen.
Es por culpa de gente así, que hoy en día se trata al trabajador a patadas.

Hablando desde mi experiencia propia (trabajador primerizo y joven) he de afirmar que tener un trabajo tiene muchas ventajas: tienes dinero, tienes una rutina, tienes dinero, conoces el mundo laboral... ¿He mencionado ya lo del dinero? Al fin y al cabo, para eso trabajamos, lo demás nos la suda. A todos. No seamos hipócritas.

En cualquier caso, y aunque ya he mencionado sobradamente las virtudes de mi puesto de trabajo, toda moneda tiene dos caras, y hay que ver la otra, la parte que hace que, en ocasiones, me plantee si hice bien metiendome en este "negocio".

En la administración, todo va por instancias, todo son escritos, plazos y recursos, nunca vas a poder ir a tu "jefe" y quejarte de algo directamente, porque, al fin y al cabo, tienes muchos jefes y ninguno, y eso lia la perdiz hasta limites de lo más bizarros en ocasiones.
En la administración, no eres nadie. Eres un engranaje más, y como un engranaje se te trata. Tienes que hacer tu trabajo, el reloj tiene que seguir girando. Es todo lo que importa, dan igual tus dificultades.
Y por último, y más frustrante aun, la administración es una bestia sin alma ni corazón, que no entiende ni de piedad ni de empatía, a la cual le da igual tres que treinta y tres, con el único "loable" objetivo de que el país siga funcionado... ¿A que precio? Al que sea.

Viendo todas estas cosas, más aun viendolas en primera persona desde el interior de una administración, uno, de verdad, se plantea si de verdad vale la pena.

Supongo, que en el fondo, sí. Cuando aprendes a dejar de mirar a los ojos de la bestia, aprendes los circuitos y atajos que has de seguir cuando te tienes que quejar, y te deshumanizas lo suficiente (al menos durante tu jornada laboral) para, de verdad, no ser más que un engranaje... no está tan mal.

Pero mientras tanto... ¡Hay que ver que forma de putear al funcionariado!

Buenos días, desde el tren,

Alvaro

2 comentarios:

  1. Es cierto que por el hecho de que ciertas personas aguanten determinados requerimientos no demasiado beneficiosos en un trabajo, acaba por perjudicar al resto de personas que podrían optar por ese trabajo. Un ejemplo claro y a la orden del día, sería el de aquellas personas que aceptan un trabajo por menos dinero que otras. Evidentemente, el empresario prefiere gastarse menos dinero y elegirá las personas más "baratas". Ante esto podemos refunfuñar y echarles la culpa a estas personas de que nosotros no tengamos un trabajo digno. Sin embargo, si gracias a ese trabajo malpagado o en el que tratan mal, consigues sobrevivir ¿qué harías? Pienso que cuando se tiene hambre, cualquier trabajo es válido.

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  2. No te falta razón... aunque no tratase de eso el post.

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