viernes, 18 de septiembre de 2009

Cronicas Irreflexivas - 1ª Parte

Aun era noche cerrada y la tormenta habia amainado cuando el guerrero abandonó la seguridad de su refugio. A pesar de ello, pudo sentir el viento helado clavarse en su piel a través de la fina capa de ropa que portaba, capaz de arrancarle la carne de los huesos. Pero ya no podia esperar más.

Comenzó a andar por la nieve, con un saco de provisiones al cuello y arrastrando su arma por la nieve, mientras maldecia a los dioses por su suerte. Aun así, no miró atras. No tuvo dudas. El guerrero no tenia tiempo para eso ahora.

Avanzó lenta pero inexorablemente, entre las montañas en direccion al sur. Hacia el valle. Sabia que alli encontraria a su nemesis. Y también sabia que alli podia encontrar su perdición.

Apenas una cordillera se levantaba en medio del inmenso valle, y el guerrero pudo sentir la punzada del viento clavarse en él una vez más, ahora desprovisto del poco cobijo que le proporcionaban las montañas. Miró las montañas. No. Su destino era una pequeña formación rocosa antes de llegar a las allí. Alli se encontraba la guarida de la sierpe.

Como dandole la razón, pudo oir un rugido en la lejania. Supo que ese día el sol se alzaria manchado de sangre.

Cruzó velozmente el valle hasta la gruta, y entró, a paso decidido, para despues descender a las profundidades de la tierra. Alli encontró la madriguera de la bestia. Una inmensa caverna que se extendia por las entrañas de la cordillera mediante un complejo de tuneles.

Pero sabia que no necesitaba buscar. La sierpe le encontraria si esperaba lo suficiente.

Avanzó hasta una roca lo suficientemente confortable y se sentó, comprobando levemente sorprendido la leve calidez que emanaba de esta. Y cerró los ojos, apoyando su arma en el suelo.

Durante unos minutos reflexionó, algo que hacia mucho tiempo que no tenia tiempo de hacer. Pensó en su familia, en sus amigos, y ¿Por que no? en sus enemigos. Pensó en si sería recordado. Pensó en si habria logrado marcar la diferencia.

Un nuevo rugido, más cercano, le sacó de su ensimismamiento. Habia llegado la hora. Se incorporó, alzando su arma, y se acercó al borde del tunel, dispuesto a enfrentarse a su destino.

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